Javier Abad

  • Durante más de 30 años, Javier Abad siempre ha disfrutado del camino de fotografiar aquello que le interesaba.

    Mientras estudiaba su licenciatura en Química, comenzó a hacer fotos de sus viajes de skate y snowboard con amigos. Aquellas imágenes despertaron el interés de algunas revistas, lo que, casi sin buscarlo, lo llevó a iniciar su carrera como fotógrafo de deportes de acción.

    Poco después, su amor por el mundo editorial y la impresión lo llevó a crear, junto a su amigo Jose, una revista independiente de skate, snowboard, arte y música llamada Spotmag, que editaron durante cuatro años.

    Cuando la crisis de 2010 sacudió el mundo editorial impreso, decidió fundar F2studio, un estudio de fotografía de bodas que unía dos de sus grandes pasiones: la naturaleza y fotografiar personas.

    Quince años después, F2studio sigue viento en popa, siempre en paralelo a sus proyectos personales ligados a la montaña y la naturaleza. Uno de ellos, publicado el año pasado, fue el libro Microaventuras Vol. I, en el que combina texto e imagen para narrar pequeñas aventuras vividas con amigos en entornos naturales.

    www.javierabad.net

  • La casualidad quiso que conociera el proyecto de Borja, y rápidamente sintió una conexión entre su universo, la fotografía y el alma que habita en Chronox. Según Javier:

    ”Poder vivir y documentar con la cámara todo el esfuerzo que implica encontrar, cargar y transportar una pieza desde la montaña, para luego tallarla a mano, me ha hecho comprender de verdad todo lo que hay detrás de Chronox y el enorme valor que tienen estas obras.”

  • Las series limitadas de fotografías, realizadas por Javier Abad, surgen como una forma de abrir CHRONOX más allá de la obra física.

    El proceso escultórico es lento y exigente; a menudo son años de trabajo silencioso hasta que una pieza se completa. Esa misma lentitud, que da sentido al proyecto, puede dificultar que llegue de inmediato a quienes sienten interés o curiosidad por él.

    Las imágenes permiten tender ese puente: capturan instantes del proceso, huellas de la materia y del tiempo que lo atraviesa. Son fragmentos que, aunque inmóviles, conservan la memoria de lo que se está transformando.

    Ponerlas a la venta en ediciones limitadas no es solo un gesto práctico, sino también una declaración de intenciones. Cada fotografía es irrepetible porque el instante que recoge también lo es. Así, quienes las adquieran no llevan a casa una simple imagen, sino un testimonio auténtico de CHRONOX, un reflejo íntimo de un proyecto que, por su naturaleza, avanza despacio pero con propósito.

    Además, es también una forma de colaborar con el proyecto, de sostener este camino hecho de tiempo, fragilidad y memoria. Una manera de ser parte de CHRONOX mientras la obra continúa su transformación.